El 13 de junio de 2019, México se paralizó al conocer la noticia del fallecimiento de Edith González, una de las actrices más emblemáticas y queridas del país.
A sus 54 años, Edith perdió la batalla contra un cáncer de ovario que había enfrentado con valentía y transparencia durante varios años.
Más que una actriz, Edith fue una mujer de fuerza inquebrantable, madre dedicada y símbolo de lucha para muchas mujeres que atravesaron circunstancias similares.
Su muerte no solo marcó el fin de una era en la televisión mexicana, sino que dejó un legado de coraje y amor por la vida que sigue vivo en el corazón de México.
Edith González Fuentes nació el 10 de diciembre de 1964 en Monterrey, Nuevo León.
Fue la hija menor de Efraín González, contador público, y Ofelia Fuentes, ama de casa con fuertes valores familiares.
Desde pequeña, Edith mostró una personalidad extrovertida, creativa y expresiva, cualidades que la llevaron a entrar al mundo del espectáculo casi por accidente.
Con apenas cinco años, su madre la llevó al programa televisivo “Siempre en Domingo”, donde alguien notó su carisma natural y le ofreció participar como extra en producciones televisivas.
Su debut formal fue en la película infantil “El rey de los gorilas” en 1976, y pronto comenzó a aparecer en telenovelas y películas que la catapultaron como una joven actriz con un talento innato para el drama.
A diferencia de otros niños actores, Edith se educó en casa y con tutores para compaginar sus estudios con las grabaciones, lo que le exigió madurar rápidamente y desarrollar una gran disciplina desde temprana edad.
Durante la adolescencia, Edith enfrentó el reto de dejar atrás la imagen de niña actriz y evolucionar hacia papeles más maduros.
Para lograrlo, estudió actuación en Los Ángeles y en la Sorbona de París, además de tomar clases de ballet y expresión corporal.
Esta formación le permitió regresar a México con una presencia escénica renovada y asumir personajes complejos y desafiantes.
A finales de los años 70 y en los 80, Edith comenzó a tomar papeles secundarios que poco a poco la hicieron ganar reconocimiento.
Telenovelas como “Sí, mi amor” y “La fiera” fueron el puente hacia su consolidación como protagonista.
Su elegancia natural, versatilidad y capacidad para interpretar tanto personajes dulces como fuertes la convirtieron en un ícono de la pantalla chica en toda Latinoamérica.
En los años 90 y principios de los 2000, Edith González alcanzó la madurez artística que la posicionó como una de las actrices más respetadas y queridas de México.
Se alejó del estereotipo de la protagonista romántica para elegir personajes más complejos, como en “Nunca te olvidaré” y “Salomé”, donde interpretó a una mujer fuerte, sensual y desafiante que rompió moldes.
Además de la televisión, Edith incursionó con éxito en el teatro y el cine, participando en obras como “Aventurera” y películas como “Deseo” y “Adiós Lagunilla, mi barrio”.
En 2008, dio un paso audaz al dejar Televisa para trabajar en TV Azteca, protagonizando “Doña Bárbara”, un papel que reafirmó su talento para interpretar mujeres poderosas y trágicas.
A pesar de su intensa carrera, Edith siempre priorizó su vida familiar.
En 2004, dio a luz a su única hija, Constanza Krill González, a quien decidió criar como madre soltera hasta que en 2008 se confirmó la paternidad del político Santiago Creel.
Edith protegió con esmero la privacidad de su hija, alejándola de los reflectores para que tuviera una infancia normal.
En 2010, Edith se casó con el economista Lorenzo Lazo, con quien mantuvo una relación estable y respetuosa.
Ambos compartían experiencias de vida similares, ya que Lorenzo había perdido a su esposa por cáncer.
Su matrimonio fue un pilar fundamental durante la enfermedad de Edith, y juntos enfrentaron los momentos difíciles con amor y apoyo mutuo.
En 2016, Edith comenzó a experimentar dolores abdominales persistentes que la llevaron a recibir un diagnóstico devastador: cáncer de ovario en etapa avanzada.
Lejos de ocultar su enfermedad, Edith decidió enfrentarla con valentía y transparencia, convirtiéndose en un símbolo de fuerza para muchas mujeres.
Publicó fotos sin cabello en redes sociales, acompañadas de mensajes de esperanza y lucha.
Su tratamiento incluyó cirugía para extirpar ovarios, útero y tejido afectado, seguido de quimioterapias.
Durante todo el proceso, Edith mantuvo una actitud positiva, continuó trabajando cuando pudo y usó su voz para apoyar a otras mujeres en situaciones similares.
Su mayor temor no era la muerte, sino no poder estar para ver crecer a su hija.
En 2018, se anunció que el cáncer estaba en remisión y Edith retomó algunas actividades artísticas, incluyendo la obra de teatro “Entre Mujeres”, donde interpretaba a una paciente con cáncer.
Sin embargo, en 2019 la enfermedad regresó con fuerza y Edith decidió tomar decisiones privadas, priorizando su paz y tiempo con la familia.
El 13 de junio de 2019, Edith González falleció rodeada de su esposo, su madre y su hija.
Su partida conmocionó a México y a toda Latinoamérica.
La televisión mexicana detuvo sus transmisiones para rendirle homenaje, y miles de personas acudieron a despedirla en el Teatro Jorge Negrete.
Compañeros actores destacaron no solo su talento, sino su bondad, sonrisa y fuerza.
Edith González dejó un legado imborrable en la televisión, el teatro y el cine, pero sobre todo en el corazón de quienes la admiraron.
Fue una mujer que supo reinventarse, luchar con dignidad y amar intensamente la vida.
Su historia es un ejemplo de valentía y humanidad que trasciende la pantalla.
Hoy, casi una década después de su partida, Edith sigue viva en la memoria colectiva.
Su hija Constanza, su esposo Lorenzo y su madre continúan cuidando su legado con respeto y amor.
Edith González no solo fue una gran actriz, sino una inspiración para muchas mujeres que enfrentan adversidades con coraje y esperanza.
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