😢 El Grito de un Niño Olvidado: La Revelación de José Julián que Hizo Llorar a Maribel Guardia
El 9 de abril de 2023, la muerte de Julián Figueroa conmovió a todo México.
Un infarto a los 27 años apagó la vida de una joven promesa de la música regional mexicana e hijo del ícono Joan Sebastian y la actriz Maribel Guardia.
Pero su partida fue solo el inicio de un torbellino emocional que hoy tiene como epicentro a su hijo, José Julián, de apenas 7 años, quien se encuentra atrapado entre el amor de su abuela y la ausencia
desconcertante de su madre, Imelda Tuñón.
Desde el principio, la historia entre Julián e Imelda estuvo marcada por la intensidad.
Se conocieron siendo adolescentes, y muy pronto decidieron casarse y formar una familia.
En 2017, nació José Julián, y por un momento, parecía que todo era felicidad.
Pero tras bambalinas, la relación era una montaña rusa de excesos, reproches y silencios peligrosos.
Familiares de Julián, incluida su hermana Marcelia, han acusado públicamente a Imelda de contribuir a la recaída del cantante en el alcohol y otras adicciones.
Relataron momentos escalofriantes en los que, incluso después de salir de rehabilitación, se le ofrecía alcohol en su propia casa.
Los rumores se hicieron más fuertes después de la muerte de Julián.
Imelda fue señalada por su estilo de vida inestable, por supuestas ausencias prolongadas, fiestas interminables y falta de atención hacia su hijo.
Marcelia lo dijo sin rodeos: “Mi sobrino me decía que su mamá siempre estaba en una fiesta”.
Estas palabras, salidas de la boca de un niño, fueron como un puñal en el corazón de Maribel Guardia.
La actriz, conocida por su temple ante la prensa, rompió en llanto cuando su nieto le confesó que dormía en el sofá mientras su madre compartía la habitación con otro hombre al que él llamaba “el tío”.
La escena fue desgarradora.
“Oh, qué bonita camita”, dijo el niño al llegar a casa de Maribel.
“Pero donde tú estabas también había una”, le respondió ella.
La respuesta de José Julián fue tan simple como brutal: “No Mimi, yo dormí en el sofá.
Mi mamá durmió con su tío”.
Aquello fue suficiente para que Maribel iniciara acciones legales por la custodia del menor, temiendo que su nieto estuviera en un entorno emocional y físico inapropiado.
Imelda, por su parte, ha negado rotundamente estas acusaciones.
En entrevistas y redes sociales ha asegurado que su hijo nunca durmió en un sofá, que estuvo siempre con él, y que su relación actual —a la que describe como estable y respetuosa— no interfiere con el bienestar
del niño.
Afirma tener testigos y ha pedido públicamente respeto a su vida privada, defendiendo su derecho a rehacer su vida sentimental.
Pero el escándalo no se detuvo ahí.
La tensión se disparó cuando Imelda reveló que padece un trastorno bipolar paranoide, aunque insistió en que lo tiene bajo control desde hace años.
Declaró que nunca ha sido un peligro para su hijo y se ha sometido a pruebas toxicológicas para desmentir rumores de consumo de sustancias.
Aun así, los críticos, incluidos miembros de la familia Figueroa, argumentan que su historial emocional y los comportamientos denunciados la descalifican como figura materna primaria.
Maribel Guardia, al recibir temporalmente la custodia del niño, intentó mantener viva la imagen de la madre.
Colocó un póster de Imelda en su habitación y le enseña a rezar por ella cada noche.
“Mi objetivo no es separarlo de su madre, sino protegerlo”, declaró con la voz entrecortada.
Pero para Imelda, estas acciones no son ternura, sino una forma cruel de alienación.
“Un póster no es una madre”, respondió en tono doloroso.
“Mi hijo me pregunta a qué hora llega su mamá.
Y yo no puedo estar ahí para responderle”.
A medida que las acusaciones cruzadas se intensifican, el centro de la tormenta sigue siendo un niño de 7 años, cuya vida se ha vuelto un espectáculo público.
Entre comunicados, conferencias, filtraciones y publicaciones emotivas, José Julián ha sido convertido en rehén de una guerra emocional donde el amor y el ego caminan de la mano.
Mientras tanto, los fans de Maribel y de Julián Figueroa se dividen: algunos apoyan a la abuela, otros empatizan con el dolor de una madre que afirma ser víctima de violencia vicaria.
Imelda ha prometido seguir luchando por su hijo.
“Me lo arrebataron injustamente”, escribió en sus redes.
Ha solicitado apoyo a figuras políticas, psicólogos y defensores de derechos humanos.
Dice que la distancia que hoy los separa es artificial y reversible, siempre y cuando se le permita demostrar que puede ofrecerle una vida estable.
Del otro lado, Maribel Guardia se muestra serena pero firme.
Su única prioridad, dice, es el bienestar de su nieto.
Esta historia aún no ha terminado.
Cada nuevo día aporta una revelación más inquietante, una acusación más grave, un silencio más sospechoso.
Pero lo que es innegable es que, en medio de esta batalla entre adultos, hay un niño que solo quiere sentirse amado, seguro y acompañado.
Y quizá la pregunta más dolorosa de todas sea: ¿quién podrá realmente dárselo?
