La Vida Lujosa de Rubby Pérez: Un Viaje a su Mundo de Exceso y Creatividad
Rubby Pérez, conocido como el caballero del merengue, no solo dejó una huella imborrable en la música dominicana, sino que también vivió una vida llena de lujos y excesos que pocos conocen.
A medida que exploramos su impresionante estilo de vida, descubrimos una mansión espectacular, una colección de autos de ensueño y una fortuna que lo colocaba entre las grandes figuras del entretenimiento latino.
La mansión de Rubby, ubicada en Altos de Arroyo Hondo, uno de los sectores más exclusivos de Santo Domingo, es un reflejo de su éxito y su buen gusto.
Esta impresionante propiedad de estilo mediterráneo, valorada en aproximadamente 3.5 millones de dólares, fue adquirida en 2010 y renovada a su gusto.
Con una extensión de 2500 m², la casa cuenta con tres niveles que combinan elegancia clásica con toques modernos.
Al entrar, los visitantes son recibidos por un vestíbulo impresionante que destaca por su escalera de mármol italiano y una lámpara de cristal de Murano, diseñada especialmente para él.
La mansión alberga cinco habitaciones, cada una con su propio baño y vistas a los jardines tropicales.
La suite principal, un refugio personal, ocupa más de 120 m² y cuenta con un amplio vestidor que resguarda su legendaria colección de trajes de presentación, valorada en más de 200,000 dólares.
Este espacio también incluye un baño de mármol con jacuzzi y sauna, así como una sala de estar con ventanales que ofrecen una vista panorámica de la ciudad.
El área de entretenimiento de la casa es igualmente impresionante.
Rubby disfrutaba de invitar a colegas y jóvenes talentos a sesiones musicales privadas en su salón principal, diseñado para albergar a 50 personas.
La acústica del lugar permitía pequeñas presentaciones improvisadas, creando un ambiente íntimo y acogedor.
Adyacente a este espacio, el comedor formal, con capacidad para 20 comensales, está presidido por una mesa de caoba dominicana tallada a mano, adornada con una lámpara que incorpora instrumentos musicales en miniatura bañados en oro.
La cocina de Rubby, a pesar de su magnificencia, refleja su amor por la gastronomía dominicana.
Equipado con tecnología de vanguardia, este espacio también conserva un fogón de leña, donde doña Clara, su cocinera de confianza, preparaba su plato favorito: el zancocho.
Uno de los aspectos más destacados de su mansión es su estudio de grabación profesional, un santuario tecnológico valorado en más de 500,000 dólares.
Este espacio, diseñado en colaboración con ingenieros acústicos de renombre, estaba equipado con tecnología de punta y permitía grabaciones en Dolby Atmos.
Fue aquí donde Rubby grabó sus últimos álbumes y trabajó en nuevas composiciones días antes de su trágico accidente.
Los exteriores de la propiedad son igualmente impresionantes, con una piscina de borde infinito que se funde con el horizonte de Santo Domingo.
Rodeada de áreas de descanso y un kiosco exterior, Rubby organizaba barbacoas dominicales para su familia y amigos, donde mostraba su faceta más relajada y auténtica.
Su colección de autos es otro reflejo de su estilo de vida lujoso.
Con seis vehículos de alta gama, su garaje incluía un Bentley Continental GT 2023, un Mercedes-Benz Class S y un Porsche 911 Turbo S de edición limitada, personalizado en un azul eléctrico que se había convertido en su color emblemático.
Además, contaba con un Range Rover y un clásico Ford Mustang de 1967 que había pertenecido a su padre, al que consideraba su posesión más preciada.
La fortuna de Rubby Pérez, estimada en 25 millones de dólares al momento de su fallecimiento, proviene de múltiples fuentes.
Sus ingresos por ventas de música y presentaciones en vivo eran significativos, llegando a realizar más de 100 conciertos anuales.
Además, Rubby había diversificado sus inversiones en propiedades turísticas y estudios de grabación, asegurando así un futuro financiero estable.
Más allá de su riqueza material, Rubby también era conocido por su generosidad.
Destinaba aproximadamente el 15% de sus ingresos anuales a causas benéficas, enfocándose en programas educativos y musicales para niños de escasos recursos.
Esta filantropía discreta, junto con su accesibilidad para fans y colegas, le permitió mantener una relación equilibrada con el lujo.
Uno de sus últimos proyectos, que lamentablemente no llegó a completar, era la construcción de una espectacular villa en La Romana.
Este espacio no solo sería su residencia vacacional, sino también un centro cultural privado para jóvenes músicos.
Con un anfiteatro al aire libre y estudios de grabación, Rubby soñaba con crear un legado donde la próxima generación pudiera desarrollarse artísticamente.
La noche del 8 de abril de 2025, Rubby se presentó en la discoteca Jetset para la inauguración de su renovación.
La velada comenzó con entusiasmo, pero rápidamente se tornó en tragedia cuando el techo colapsó durante su actuación.
A pesar de los esfuerzos de rescate, Rubby fue encontrado atrapado bajo los escombros y, tras ser trasladado al hospital, fue declarado fallecido.
La noticia de su muerte generó un duelo nacional, y las investigaciones sobre el colapso del edificio revelaron irregularidades en los permisos de construcción.
Este trágico evento no solo marcó el fin de una era en la música dominicana, sino que también dejó un legado de reflexión sobre la responsabilidad en la seguridad de espacios públicos.
Rubby Pérez vivió una vida de lujo, pero también de compromiso con su arte y su comunidad.
Su legado sigue vivo en la música que dejó atrás y en los corazones de quienes lo admiraron.
La historia de su vida, llena de éxitos y tragedias, es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento.
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