¡Inesperado y Macabro! Campesino Descubre el Cuerpo de Valeria Afanador Flotando en el Río: ¿Cómo Pasó Desapercibido Tanto Tiempo?
La tragedia de Valeria Afanador, la pequeña de 10 años desaparecida el pasado 12 de agosto en Cajicá, dio un giro desgarrador y sorprendente el viernes 29 de agosto.
El cuerpo sin vida de la niña fue encontrado flotando en el río Frío, un hallazgo que nadie esperaba, especialmente porque la zona había sido revisada en múltiples ocasiones durante los 18 días de intensa búsqueda.
El descubrimiento fue realizado por un campesino local, quien se topó con el cuerpo cerca del sector conocido como Fagua, una zona rural adyacente al colegio Gimnasio Campestre Los Laureles, donde Valeria fue vista por última vez.
La sudadera que vestía la niña, claramente identificable como parte del uniforme escolar, confirmó la identidad preliminar y generó una ola de conmoción en la comunidad.
El gobernador de Cundinamarca, Rey Ángel, en declaraciones a Noticias Caracol, expresó su profunda tristeza y preocupación por el hallazgo, destacando que el lugar donde apareció el cuerpo había sido inspeccionado repetidamente por más de 200 personas durante la búsqueda.
Esta situación ha levantado serias dudas y cuestionamientos sobre cómo pudo pasar desapercibido durante tanto tiempo un sitio tan cercano a la institución educativa.
“Nos queda la sensación de que Valeria la dejaron recientemente en ese sitio,” comentó el gobernador, sugiriendo que el cuerpo pudo haber sido trasladado allí después de la búsqueda inicial.
Sin embargo, será el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses quien determine la causa de la muerte y esclarezca las circunstancias exactas mediante los estudios forenses correspondientes.
El hallazgo se produjo alrededor de las 3:13 de la tarde, cuando el campesino contactó a la línea de emergencias 123 para denunciar el descubrimiento.
Describió el cuerpo de una niña pequeña con una sudadera escolar a pocos metros del río, lo que activó la respuesta inmediata de las autoridades.
Agentes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) y bomberos se desplazaron rápidamente al lugar para realizar las diligencias pertinentes.
Se estableció un perímetro de seguridad de al menos 30 metros para preservar la escena, recolectar pruebas y buscar posibles indicios de la presencia de terceros involucrados.
Este procedimiento es clave para esclarecer si hubo alguna intervención externa en la muerte de Valeria o si se trató de un accidente o un acto violento.
La Fiscalía General de la Nación ha asumido el caso con máxima prioridad y mantiene abierta la investigación para determinar responsabilidades.
La comunidad de Cajicá y el país entero han quedado consternados.
La noticia de que un campesino fue quien encontró el cuerpo añade un matiz inesperado a esta historia ya de por sí dolorosa.
Muchos se preguntan cómo pudo un lugar revisado tantas veces haber ocultado el cuerpo de la niña durante casi tres semanas.
Además, esta situación ha generado críticas hacia las autoridades encargadas de la búsqueda y la investigación.
La percepción general es que hubo fallas en la coordinación y en los protocolos que debían garantizar una búsqueda exhaustiva y efectiva.
El caso de Valeria no solo es un reflejo de una tragedia personal sino también un espejo de las deficiencias en los sistemas de protección y justicia.
La familia, devastada, exige respuestas y justicia pronta y efectiva.
La alcaldesa de Cajicá y otras autoridades locales han manifestado su compromiso para apoyar la investigación y acompañar a los familiares en este difícil momento.
Mientras tanto, la sociedad civil y los medios de comunicación continúan atentos al desarrollo de este caso, que ha despertado un clamor nacional por la protección de la infancia y la garantía de justicia para las víctimas.
La historia de Valeria resuena como un llamado urgente a revisar y mejorar los mecanismos de búsqueda y atención en casos de desaparición.
El hallazgo del cuerpo por un campesino, lejos de cerrar el capítulo, abre un nuevo interrogante sobre qué ocurrió realmente y quiénes son los responsables.
La Fiscalía y Medicina Legal trabajan para esclarecer la verdad, pero la presión social no cesa.
Este episodio ha dejado una herida profunda en Cajicá y en todo Colombia.
La comunidad exige que este dolor no sea en vano y que sirva para fortalecer los procesos de protección y justicia, evitando que tragedias similares se repitan.
En definitiva, el inesperado descubrimiento del cuerpo de Valeria por un campesino en el río Frío es un golpe duro que revela la complejidad y urgencia de mejorar las respuestas ante desapariciones y crímenes.
La memoria de Valeria debe ser un motor para el cambio y la justicia.
El país espera que las autoridades actúen con transparencia y eficacia, que se haga justicia y que la verdad salga a la luz.
Porque detrás de cada tragedia hay un clamor por dignidad, respeto y protección.
Que el hallazgo de Valeria no sea solo un triste final, sino el inicio de una lucha por un futuro más seguro para todos los niños y niñas de Colombia.
