La trágica verdad detrás de la muerte de Diogo Jota: el desgarrador testimonio de Rubén Neves
Diogo Jota no era solo un futbolista destacado; era un esposo, un padre y un amigo invaluable.
Su vida terminó de forma trágica y repentina, calcinado dentro de un coche que se incendió tras un accidente en la carretera A52, cerca de Zamora, España.
La noticia sacudió a la comunidad deportiva y a sus seres queridos, pero pocas voces han contado lo que verdaderamente sucedió.
Ahora, Rubén Neves, compañero y amigo íntimo de Diogo, se atreve a compartir su testimonio.
Rubén fue la primera persona en recibir la llamada que anunciaba la tragedia.
En la madrugada del 3 de julio de 2025, alrededor de las 3:00 a.m., le informaron que el coche en el que viajaban Diogo y su hermano André había sufrido un accidente grave y se había incendiado.
El vehículo, un Lamborghini Huracán alquilado, se salió de la vía tras un reventón de neumático y quedó envuelto en llamas, provocando la muerte instantánea de ambos.
El viaje en coche fue una decisión tomada por precaución médica.
Diogo acababa de recuperarse de una cirugía pulmonar y los médicos le recomendaron evitar volar para no exponer sus pulmones a la presión de la cabina.
Por eso, optó por un trayecto largo desde Oporto hasta Santander, para luego tomar un ferry hacia Inglaterra.
Sin embargo, el trayecto que debía ser seguro terminó en una pesadilla.
Rubén recuerda con dolor la última conversación que tuvo con Diogo, quien le contó los detalles del viaje y le explicó que su hermano André lo acompañaba.
Aunque Rubén le advirtió sobre el riesgo de usar un coche deportivo para un trayecto tan largo, Diogo estaba decidido a llegar rápido y evitar paradas prolongadas.
“Lo prometo, bro. Nos vemos allá”, fueron sus últimas palabras.
Solo once días antes del accidente, Diogo había celebrado su boda con Rute, su esposa y madre de sus tres hijos.
Fue una ceremonia sencilla y emotiva, rodeada de familiares y amigos, donde ambos demostraron el amor profundo que los unía.
Para Rubén, esa boda simbolizaba el mejor momento de Diogo: pleno, recuperado y con planes de futuro.
El impacto de la pérdida va más allá del fútbol.
Diogo era un hombre dedicado, que entrenaba con pasión y humildad, siempre dispuesto a apoyar a sus compañeros.
Rubén rememora cómo Diogo fue un pilar para él en momentos difíciles, alentándolo con palabras sencillas pero llenas de fuerza: “Mañana lo haces mejor”.
La relación entre Diogo y su hermano André también fue especial.
Más que familiares, eran cómplices inseparables, compartiendo momentos dentro y fuera del campo.
Rubén describe la admiración mutua y el cariño que los unía, un lazo que terminó abruptamente con la tragedia.
Desde que se confirmó la muerte, Rubén asumió la responsabilidad de acompañar a la familia, especialmente a Rute y a su hija Ruth, la más pequeña.
Se convirtió en su apoyo constante, ayudándolas a sobrellevar el dolor, gestionar trámites y mantener viva la memoria de Diogo a través de mensajes y recuerdos.
“Le hablo de él todas las noches, para que sienta a su papá cerca”, afirma.
La comunidad futbolística respondió con homenajes masivos.
Liverpool detuvo sus entrenamientos para guardar un minuto de silencio, mientras que en Portugal y otros países los estadios rindieron tributo.
La camiseta número 20 de Diogo fue retirada en señal de respeto, y clubes rivales y figuras del deporte expresaron su dolor y solidaridad.
Rubén no solo recuerda a Diogo como un jugador excepcional, sino como un ser humano íntegro, un hermano que nunca se olvida.
La promesa que ambos hicieron de cuidarse mutuamente en caso de tragedia se ha convertido en el motor que impulsa a Rubén a estar presente para la familia de Diogo, cumpliendo con un compromiso que trasciende la muerte.
Además, Rubén está trabajando en la creación de una fundación en honor a Diogo Jota, destinada a apoyar a familias que enfrentan pérdidas similares, ofreciendo becas, ayuda psicológica y respaldo financiero.
Quiere que el legado de su amigo perdure más allá de los estadios y las estadísticas, ayudando a quienes más lo necesitan.
El dolor es inmenso, pero Rubén muestra una fortaleza admirable.
“No puedo ni quiero rendirme. Diogo pelearía, así que eso haré yo también”, dice con convicción.
Cada partido, cada entrenamiento, cada paso que da en el campo lleva consigo el recuerdo y el nombre de su amigo, transformando la tristeza en motivación.
Esta historia es un recordatorio poderoso de la fragilidad de la vida y de la importancia de valorar cada instante.
Diogo Jota, más allá de sus goles y su talento, dejó una huella imborrable en quienes lo conocieron y amaron.
Su memoria vive en el corazón de Rubén, de su familia y de todos los que lo admiraron.
El relato de Rubén Neves no solo nos acerca a la verdad detrás de la tragedia, sino que nos invita a reflexionar sobre la amistad, la lealtad y la fuerza para seguir adelante cuando todo parece perdido.
Porque, como él mismo dice, los verdaderos amigos no mueren, se llevan dentro y se convierten en la razón para resistir y continuar.
Hoy, el fútbol llora a dos hermanos que partieron demasiado pronto, pero también celebra la vida y el legado de un hombre que fue mucho más que un jugador: fue un hermano, un padre, un esposo y un ejemplo de humanidad.
Que su historia inspire a todos a cuidar a los suyos y a vivir con plenitud, porque la vida puede cambiar en un segundo.