México se encuentra en un profundo luto tras el fallecimiento de la querida cantante Dulce, quien partió de este mundo a los 69 años el pasado 25 de diciembre.
Su muerte fue el resultado de complicaciones tras una cirugía de decorticación pleuropulmonar, realizada para tratar las secuelas de una neumonía que afectó uno de sus pulmones.
Dulce no solo fue una figura emblemática de la música mexicana, sino que también dejó un legado de amor y pasión por su arte.
Sin embargo, su partida ha dejado a muchos con preguntas, especialmente en relación a sus deseos finales.
Según su gran amigo Jorge Flores, Dulce había expresado su deseo de ser enterrada en Matamoros, junto a su madre.
No obstante, su hija, Romina Mircoli, tomó una decisión que contradecía la última voluntad de su madre al optar por la cremación.
Flores reveló en una reciente entrevista que Romina parecía despreciar a su madre, lo que llevó a incumplir con lo que Dulce realmente quería.
La situación se tornó aún más complicada cuando se supo que Romina solo se preocupaba por el testamento de su madre, dejando de lado sus deseos de ser enterrada.
La decisión de cremar a Dulce ha generado controversia y especulaciones sobre las razones detrás de esta elección.
El periodista Javier Serii ha revelado que Dulce no quería ser cremado por razones religiosas.
Contactó a Omi Lari Raimundo, un reconocido santero que afirmaba haber conocido a la cantante.
Raimundo explicó que, aunque Dulce no estaba completamente inmersa en la santería, sí aplicaba ciertas doctrinas en su vida diaria.
De acuerdo con las creencias de la santería, la cremación es vista de manera negativa.
Esto se debe a que, según estas creencias, el cuerpo debe pasar por un proceso específico para poder alcanzar el más allá, un proceso que se ve interrumpido si los restos son incinerados.
El santero explicó que, en la santería, es fundamental llevar a cabo ceremonias adecuadas para honrar a los muertos y permitir que sus almas encuentren el camino correcto.
Dulce, aunque nunca habló abiertamente sobre sus creencias religiosas, fue considerada por muchos como católica.
Sin embargo, su relación con la santería y sus prácticas religiosas personales han sido objeto de discusión, especialmente tras su fallecimiento.
Es importante destacar que, a pesar de su partida, el cuerpo de Dulce no fue velado de la manera tradicional.
No se reservó una sala para su despedida, y su cuerpo fue llevado directamente a la funeraria para ser cremado.
Esto ha causado indignación entre sus seguidores y amigos, quienes esperaban un homenaje más acorde a la magnitud de su carrera y su legado.
A pesar de la controversia en torno a su cremación, el 27 de diciembre se llevó a cabo una misa conmemorativa en la Basílica de Guadalupe, donde familiares y amigos se reunieron para rendir homenaje a la artista.
La misa fue un momento emotivo, lleno de recuerdos y tributos a la vida de Dulce.
Entre los asistentes se encontraba su hija, Romina, quien se enfrentó a la difícil tarea de lidiar con la pérdida de su madre en medio de la controversia.
Además de su lucha contra la neumonía, se ha revelado que Dulce también había estado lidiando con un cáncer de pulmón.
El productor de teatro Iván Cochegrus, amigo cercano de la cantante, compartió que Dulce estaba recibiendo quimioterapias y que los médicos tenían un pronóstico optimista.
Sin embargo, la situación se complicó rápidamente, llevando a su trágico fallecimiento.
La vida de Dulce estuvo marcada por el éxito y la admiración del público, pero también por luchas personales que pocos conocían.
Su historia es un recordatorio de que, detrás de la fama y el éxito, a menudo hay batallas invisibles que enfrentan las personas.
La controversia en torno a su cremación y la aparente falta de respeto hacia sus deseos finales ha generado un debate sobre la importancia de honrar a los seres queridos de la manera que ellos desean.
La decisión de Romina de optar por la cremación, a pesar de los deseos de su madre, ha sido vista por muchos como una falta de consideración.
Esto ha llevado a cuestionamientos sobre la relación entre madre e hija y la verdadera naturaleza de sus vínculos.
La vida de Dulce estuvo llena de amor por la música y su familia, pero también de desafíos que la llevaron a tomar decisiones difíciles.
Su legado musical perdurará, pero su historia personal invita a la reflexión sobre el respeto y la importancia de cumplir con los deseos de aquellos que hemos perdido.
En medio de la tristeza por su partida, muchos seguidores de Dulce continúan celebrando su vida y su música.
Las redes sociales se han inundado de mensajes de cariño y admiración, recordando sus grandes éxitos y el impacto que tuvo en la música mexicana.
La historia de Dulce es un testimonio de la complejidad de la vida, donde el amor, la pérdida y el legado se entrelazan de maneras inesperadas.
Mientras México llora su partida, la memoria de Dulce seguirá viva en el corazón de sus fans y en la historia de la música.
Su vida y su legado nos recuerdan que cada persona tiene una historia única que contar, llena de luces y sombras.
La controversia en torno a su cremación solo añade una capa más a su rica historia, una que merece ser contada y recordada con respeto.
Dulce no solo fue una artista; fue una madre, una amiga y una figura que dejó una huella imborrable en la cultura mexicana.
Su legado vivirá, no solo a través de su música, sino también a través de las lecciones que su vida nos deja sobre el amor, la familia y el respeto por los deseos de quienes amamos.
