¡El Señor Barriga habla! A sus 76 años, revela la verdad oculta y escandalosa sobre Doña Florinda — “Lo más sucio no fue cómo subió, sino cómo nos silenció”
La imagen del Señor Barriga, ese personaje bonachón y sufrido que nos hizo reír con sus eternas visitas a la vecindad, siempre fue sinónimo de simpatía y discreción.
Pero ahora, Edgar Vivar, el hombre detrás del personaje, rompe un silencio de más de cuarenta años para contar lo que nadie se atrevió a decir sobre Doña Florinda, la actriz que interpretó a la estricta vecina y que, según él, manejaba el poder tras bambalinas como una verdadera estratega oscura.
Desde sus primeros días en el elenco, Vivar notó que algo en Florinda Meza no era común.
Su forma de caminar, su perfume envolvente y su mirada fija en Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”, dejaban claro que ella no era una actriz más.
Era una cazadora que sabía exactamente cómo manipular a quienes la rodeaban para escalar en el mundo televisivo.
Los rumores que circulaban entre los pasillos de Televisa no eran simples habladurías: Florinda mantenía relaciones con productores, directivos y actores, usando su cuerpo y su influencia para conseguir contratos exclusivos, protagonismo y control absoluto del programa.
Pero lo más perturbador, según Edgar, eran las prácticas ocultas que empleaba para mantener sometido a Chespirito.
En una gira en Argentina, Vivar observó un cambio extraño en Florinda, quien comenzó a mostrarse más amable y risueña solo con Chespirito.
Pero también notó que el resto del elenco empezaba a resentirse: Kiko estaba celoso y molesto, La Chilindrina murmuraba quejas, y Don Ramón aumentaba su consumo de alcohol.
Los susurros indicaban que Florinda usaba brujería para mantener su poder.
Una noche, en un hotel de Guadalajara, Edgar entró accidentalmente en una sala privada que Florinda había reservado.
Allí vio una mesa con velas negras, fotografías de Roberto, mechones de cabello, frascos con líquidos extraños y figuras de cera.
La mirada fría de Florinda al confrontarlo fue una advertencia clara: “Si aprecias tu lugar aquí, no vuelvas a entrar donde no te corresponde.”
Desde entonces, el silencio fue su única opción.
Pero el tormento de guardar secretos lo carcomía.
Edgar confiesa que Florinda no solo usaba sus encantos físicos, sino que también recurría a perfumes especiales, masajes secretos y bebidas energéticas para controlar a Chespirito.
Durante la grabación en Acapulco, presenció cómo Florinda se quedaba sola con Roberto, vestida con una bata transparente, y escuchó conversaciones que le causaron asco por la manera en que ella ejercía un poder absoluto sobre él.
Además, Edgar fue testigo de cómo Florinda manipulaba la prensa para desprestigiar a sus compañeros.
Inventó historias para hacer que La Chilindrina pareciera celosa y problemática, aislándola socialmente.
La presión era tal que muchos pensaron en renunciar, pero el miedo a perder sus carreras los mantenía atrapados.
El desgaste emocional fue enorme.
Edgar vio a sus amigos y colegas sufrir en silencio: Kiko se hundió tras su salida, Don Ramón se alejó, y María Antonieta de las Nieves lloraba en soledad en su camerino.
El pacto de silencio se mantuvo intacto por décadas, hasta ahora.
Las revelaciones de Vivar van aún más lejos: describe un altar en el camerino de Florinda con velas rojas, incienso, muñecos con alfileres y figuras de un dios precolombino.
Antes de cada escena importante, ella se encerraba para realizar rituales que hechizaban a todos, incluyendo a los productores, quienes le abrían puertas sin importar su talento real.
La influencia de Florinda era tal que controlaba a todo el elenco como piezas de ajedrez.
Kiko, aunque la defendía públicamente, confesó a Edgar que sentía miedo y que no podía dejar de pensar en ella.
Don Ramón también fue víctima de ese dominio, y se alejó poco después.
Uno de los episodios más escalofriantes ocurrió en Acapulco, donde Edgar la vio salir al jardín del hotel con túnica blanca, descalza y con una vela, invocando poderes para proteger su éxito y mantener unido bajo su control al elenco.
Desde entonces, ella le advirtió: “A nadie se me escapa. Te tengo bajo mi aroma.”
El punto más oscuro fue una reunión secreta en 1982 en un hotel de Acapulco, donde Florinda presentó una maleta negra con documentos, grabaciones y fotos comprometedoras de ejecutivos de Televisa.
Allí, con la presencia de Roberto Gómez Bolaños y otros miembros clave, se selló un pacto de poder basado en chantajes y extorsión.
Rubén Aguirre quiso renunciar, pero fue amenazado; Edgar firmó un acuerdo de confidencialidad a cambio de privilegios y continuidad en el programa.
Un director de Televisa, Raúl “El Peluca” Araza, validó el pacto y entregó documentos que aseguraron la posición de Florinda como productora y figura principal detrás del universo de Chespirito.
Edgar lamenta no haber hablado antes, pero afirma que la presión, el miedo y la vergüenza fueron demasiado grandes.
Revela que Chespirito mismo le confesó su temor a que Florinda usara toda esa información en su contra, y que si él desaparecía primero, ella reescribiría la historia a su antojo.
Hoy, Edgar Vivar, con la voz quebrada pero liberada, desafía a quien escuche a no callar la verdad.
Su testimonio ha sacudido las redes sociales y dividido opiniones: algunos defienden a Florinda, otros exigen investigaciones profundas.
Lo cierto es que la figura de Doña Florinda ya no es intocable.
Detrás de la dama elegante y respetada, se esconde una mujer que construyó un imperio de poder a base de manipulación, chantajes y secretos oscuros.
El Señor Barriga deja claro que lo más sucio no fue cómo Florinda ascendió, sino cómo logró callar a todos durante tanto tiempo, manteniendo una fachada que hoy se desmorona.
Esta historia, que parecía solo un cuento de televisión, revela ahora un drama humano lleno de traiciones, miedos y luchas internas que marcaron para siempre la historia de “El Chavo del Ocho”.
¿Fue todo un plan maestro o solo la consecuencia de una ambición sin límites?
La verdad, al fin, sale a la luz y nadie podrá ignorarla.
