El segundo celular de Rubby Pérez descubierto: ¿Qué secretos ocultaba realmente?
El polvo aún flotaba en el aire de la discoteca derrumbada cuando, casi tres meses después del trágico colapso, un operativo especial ordenado por el Ministerio Público regresó al lugar para realizar una revisión final.
Entre bloques de concreto y fierros retorcidos, un rescatista encontró una mochila aplastada que contenía un celular chamuscado y sin carcasa, pero milagrosamente encendido.
Este no era el teléfono que se había entregado inicialmente a las autoridades tras la muerte de Rubby Pérez, sino un segundo dispositivo completamente desconocido para la familia y los técnicos.
El celular fue enviado al Departamento de Criminalística Digital, donde un perito forense logró acceder a su contenido.
Lo que encontró dejó a todos sin aliento: archivos escondidos, grabaciones prohibidas y una verdad que confirmaba todo lo que Zulinka había denunciado años atrás.
La voz de Rubby resonaba en notas de audio con un tono suave, íntimo y perturbador, pronunciando frases como “Tú siempre fuiste mía, Zulinka mía desde el primer momento y nadie lo va a entender”.
Los expertos descubrieron videos grabados clandestinamente en la habitación privada de Rubby, donde se veía a Zulinka siendo observada mientras dormía.
En otros, se escuchaba a Rubby hablando solo, con una copa en la mano, divagando sobre un amor incondicional y su derecho a amar a su hija “como quiera”.
Entre las carpetas protegidas por contraseñas, una llamada “Solo mío” contenía un video en el que Rubby confesaba sin arrepentimiento: “Nunca lo vi como algo sucio, ella siempre supo que entre nosotros había algo más que un simple vínculo de sangre”.
La fiscal general ordenó sellar el lugar y reforzar la seguridad para proteger a Zulinka.
Cuando le mostraron el contenido del celular, ella lloró en silencio y afirmó: “Ahora lo saben, no mentí, él me lo decía, pero jamás pensé que lo había grabado”.
Los archivos, que suman más de 42 entre audios, fotos y videos, fueron analizados por psicólogos forenses que identificaron patrones claros de abuso emocional, manipulación y justificación disfrazada de cariño.
Una carta manuscrita fotografiada entre los archivos revelaba una declaración escalofriante: “Este es mi legado, que me juzguen si quieren, pero la verdad es esta y si muero que se sepa.
Zulinka era lo único puro que tuve”.
Las redes sociales explotaron con teorías y debates, y la opinión pública comenzó a comprender que Zulinka no era simplemente una hija rebelde, sino una sobreviviente de un abuso sistemático.
Julio Alberto, hermano de Zulinka, rompió su propio silencio y reconoció que, aunque no había visto los videos, ahora entendía todo.
“Escuchar la voz de mi papá diciendo todo eso me rompió el alma, pero también me liberó”, declaró.
El hallazgo del segundo celular abrió además la posibilidad de que existan más dispositivos ocultos, lo que mantiene la investigación abierta y en constante evolución.
Entre los archivos también se encontró un video grabado apenas dos días antes del colapso de la discoteca.
En él, Rubby parecía consciente de que su tiempo se acababa y decía: “Si un día esto termina, solo quiero que sepan que la verdad siempre fue nuestra.
Ella no habló todavía, pero si lo hace, yo ya no estaré aquí”.
Este video levantó nuevas interrogantes sobre si el accidente fue realmente fortuito o si hubo intenciones ocultas detrás del desastre.
Un excaborador del cantante reveló que alguna vez vio a Rubby grabándose solo, ensayando lo que parecía una carta o confesión, sin saber entonces el contenido ni la gravedad de esas grabaciones.
La fiscalía ordenó una revisión exhaustiva de todos los dispositivos electrónicos y cuentas digitales de Rubby, buscando más pruebas que puedan esclarecer la verdad.
Zulinka, protegida por un equipo de psicólogos especializados, decidió no ocultarse más y se convirtió en la voz de miles de personas que han sufrido abusos similares.
“Esto no es por mí, es por cada persona que vivió algo parecido y nadie le creyó”, afirmó con determinación.
El análisis forense confirmó que ninguno de los archivos había sido editado ni manipulado, lo que fortalece la validez de las pruebas.
Entre las grabaciones, se detectó una nota de voz en la que Rubby susurra: “Si me descubren, me hundo, pero ella también, por eso no va a hablar”, reflejando un miedo consciente y una intención de silenciar a su hija.
El impacto del hallazgo fue tal que dividió a la sociedad: algunos seguidores defendían al artista, negando la evidencia, mientras que la mayoría comenzó a comprender el sufrimiento de Zulinka y la gravedad de las acusaciones.
La historia dejó de ser un rumor para convertirse en una conversación nacional sobre abuso emocional disfrazado de amor paternal.
Además, se descubrió que el segundo celular estaba conectado a una nube privada, de donde se recuperaron más de 80 archivos adicionales que siguen siendo analizados.
Entre ellos, una carta de voz en la que Rubby amenaza a Zulinka con causarle un dolor insoportable si alguna vez lo traiciona, una clara muestra de manipulación emocional extrema.
Este caso ha abierto también una investigación internacional para detectar posibles situaciones similares en otros entornos, buscando prevenir y sancionar abusos que durante años han permanecido ocultos bajo el velo de la fama y el prestigio.
Aunque Zulinka no ha vuelto a hablar públicamente, su historia está siendo recopilada por documentalistas que buscan dar voz a su testimonio y a los de muchas otras víctimas.
Su mensaje es claro: “No quiero venganza, quiero que se sepa la verdad y que ninguna otra hija tenga que vivir con miedo de amar a su papá”.
El legado de Rubby Pérez ha cambiado para siempre.
Lo que comenzó como un ícono musical ahora se enfrenta a una verdad oscura y perturbadora que nadie podrá ignorar.
El segundo celular habla, y sus secretos están transformando una historia de éxito en un llamado urgente a la justicia y la protección de quienes sufren en silencio.