Revelaciones exclusivas: Lo que confesaron los cómplices antes del atentado contra Miguel Uribe
El atentado contra Miguel Uribe Turbay, precandidato presidencial, sacudió la escena política y social de Colombia.
Ahora, gracias a los interrogatorios de dos personas clave en el ataque, se conocen detalles inéditos sobre la planificación y ejecución de este violento hecho.
Carlos Eduardo Mora y Catherine Martínez, quienes cumplieron roles fundamentales en la operación, brindaron testimonios que han permitido a las autoridades reconstruir la ruta y las instrucciones que precedieron el atentado.
Ambos fueron contactados por alias “El Costeño” a través de WhatsApp el viernes 6 de junio a las 10 de la mañana, para cumplir misiones específicas dentro del plan criminal.
Carlos Eduardo Mora condujo un vehículo Spar gris oscuro y llegó a Hogares Suacha, donde se encontró con “El Costeño”.
Desde allí, se dirigieron hacia la avenida Primero de Mayo y luego a la avenida Boyacá, donde recogieron al joven sicario que ejecutaría el ataque.
Este punto fue crucial para la operación, pues significó el inicio de la fase final de la misión.
Según el relato de Mora, el plan consistía en “meterle plomo a alguien”, es decir, disparar contra un objetivo, y se le ofrecieron cinco mil pesos por actuar como patrulla.
La noche del viernes hicieron un reconocimiento en el parque del Golfito, lugar donde se llevaría a cabo el atentado, y posteriormente dejaron al sicario en la llamada “calle del hambre” en la localidad de Bosa.
Mientras tanto, Catherine Martínez recibió instrucciones para transportar el arma Glock que sería utilizada en el ataque.
Ella salió desde el barrio Danubio Azul, en la localidad de Usme, y tras pedir un servicio de transporte, llegó al barrio Recreo en Bosa, donde le entregaron el arma dentro de una bolsa azul.
Posteriormente, regresó a su casa a la espera de nuevas órdenes.
Al día siguiente, el sábado 7 de junio, Martínez fue llamada para reunirse en el parque El Golfito, donde entregó el arma a “El Costeño” y abordaron juntos el vehículo gris.
Durante el trayecto, según su testimonio, escucharon una conversación inquietante en la que “El Costeño” instruía al sicario a disparar al menos tres o cuatro veces en la cabeza del objetivo, asegurándose de descargar toda la munición.
La mujer narró que el joven sicario estaba eufórico y confiado, afirmando que “lo vamos a hacer real”.
Además, “El Costeño” le confesó que la moto que supuestamente esperaba para la huida era solo una fachada, y que el escape sería una “vuelta suicida”, dejando claro el alto riesgo de la operación.
Martínez también reveló que “El Costeño” le contó que conocía al sicario desde hace tiempo y que había sido entrenado por un agente de Cali, lo que sugiere la existencia de una red criminal organizada con conexiones profundas.
Tras el ataque, ambos cómplices presenciaron el caos generado.
Escucharon los disparos, vieron al sicario huir y a los escoltas de Miguel Uribe persiguiéndolo hasta reducirlo.
Carlos Eduardo Mora se retiró del lugar en el vehículo, mientras que Martínez y “El Costeño” caminaron hasta la avenida Ciudad de Cali, donde contactaron a otro implicado conocido como William González, alias “El Viejo”.
Este último fue capturado recientemente y, según los testimonios, ayudó en la logística posterior al atentado, incluyendo la venta y formateo de los celulares usados para evitar rastreos.
La manipulación de los dispositivos electrónicos fue una parte esencial para intentar borrar evidencias y confundir a las autoridades.
Los interrogatorios también han dejado interrogantes sin resolver.
Por ejemplo, ¿cómo es que “El Costeño” conocía el plan del ataque desde las 10 de la mañana, horas antes de que se informara públicamente sobre la presencia de Miguel Uribe en Modelia?
Esto sugiere filtraciones o complicidades internas que están siendo investigadas.
Además, Catherine Martínez negó haber solicitado el transporte que llevó al sicario, lo que plantea dudas sobre la identidad real de quienes participaron y si se usaron nombres falsos para despistar a las autoridades.
La mujer relató haber conocido a “El Costeño” apenas dos meses antes en un bar del barrio La Estanzuela, y afirmó que él está vinculado a bandas dedicadas al sicariato y al tráfico de drogas, con nexos directos con alias “Mosco”, otro personaje relacionado con el crimen organizado en Bogotá.
Finalmente, Martínez contó que tras el atentado, “El Costeño” le propuso huir a Barranquilla y estudiar cursos de drones o francotirador, presuntamente organizados por grupos guerrilleros, lo que abre nuevas líneas de investigación sobre la posible colaboración entre bandas criminales y grupos armados ilegales.
El relato de estos dos implicados no solo ha permitido esclarecer la mecánica del atentado, sino que también ha dado pistas valiosas para desmantelar las redes que operan en la capital y sus alrededores.
Las autoridades continúan con las investigaciones para capturar a todos los responsables y garantizar justicia.
Este caso pone en evidencia la complejidad del crimen organizado en Colombia, donde la violencia política se mezcla con intereses del narcotráfico y la delincuencia común, generando un clima de inseguridad que afecta a toda la sociedad.
La valentía de quienes han declarado y la labor de los investigadores son claves para desentrañar esta trama y evitar que hechos similares vuelvan a ocurrir.
La verdad detrás del atentado a Miguel Uribe Turbay sigue emergiendo, y cada confesión acerca un poco más a la justicia.
