Pablito Ruiz: ¿Qué Ocurrió con el Ídolo Infantil que Desapareció de los Escenarios?
Pablito Ruiz fue, sin duda, la voz de una generación.
Con apenas 10 años, su imagen de niño de rizos dorados y canciones románticas conquistó América Latina.
Sin embargo, su meteórico ascenso estuvo marcado por sombras que pocos conocían.
¿Qué llevó a este ídolo adolescente a caer en el olvido?
Más importante aún, ¿cómo logró reinventarse y retomar su camino bajo sus propias reglas?
Esta es la historia no contada de Pablo Maximiliano Miguel Coronel, el verdadero hombre detrás del nombre artístico.
Nacido en 1975 en un barrio humilde de Buenos Aires, Pablo vivió una infancia cargada de desafíos.
La pérdida temprana de su padre, cuando apenas tenía un año y ocho meses, dejó a su madre como única sostén de la familia.
Irene Vios, quien había abandonado su sueño de ser cantante por presiones sociales, transmitió a sus hijos la pasión por la música, convirtiendo su hogar en un refugio lleno de boleros y tangos.
Fue ella quien impulsó a Pablo a audicionar para Festilindo, el programa infantil que cambiaría su vida.
Bajo la tutela de los productores, Pablo Coronel se transformó en Pablito Ruiz, un producto cuidadosamente creado para el público adolescente.
Su voz dulce y carisma lo convirtieron en un fenómeno: discos de platino, giras multitudinarias y un sinfín de admiradoras.
Sin embargo, detrás de la sonrisa y la fama, el niño sentía la presión de trabajar como adulto, sin contratos claros ni pagos justos, y con una educación que quedaba relegada.
La música sacó a su familia de la pobreza, pero a un costo emocional profundo.
La llegada de la pubertad trajo consigo cambios irreversibles.
Su voz se transformó, su cuerpo creció y la imagen que el público esperaba de él ya no encajaba con la realidad.
Mientras Pablito seguía siendo el chico dulce en los escenarios, Pablo luchaba con su identidad y la presión de la industria para mantener una imagen heteronormativa.
Rumores sobre su sexualidad comenzaron a circular, y la industria, temerosa, intentó moldearlo para que encajara en un molde que no le pertenecía.
La crueldad no tardó en llegar.
En un popular programa de comedia argentino, el comediante Miguel del Cel lo ridiculizó con gestos exagerados que reforzaban estereotipos homofóbicos, convirtiendo a Pablo en objeto de burla nacional cuando apenas era un adolescente.
Esta humillación pública, sumada a la falta de apoyo de sus productores y la presión constante, erosionó su confianza y bienestar emocional.
A mediados de los años 90, tras años de lucha interna y externa, Pablo decidió salir de Argentina buscando un refugio en México y luego en Miami.
Sin embargo, la industria musical no estaba lista para aceptarlo tal como era.
Contratos restrictivos, falta de apoyo y la imposibilidad de lanzar su música lo hundieron en la oscuridad.
En Miami, llegó a vivir en condiciones precarias, bañando perros para poder sobrevivir y enfrentando días sin alimento.
Un punto de inflexión ocurrió cuando, en medio de su desesperación, tuvo una visión de su padre que le dio la fuerza para seguir adelante.
Comenzó terapia, enfrentó sus traumas y retomó la música desde un lugar auténtico, sin buscar fama ni aprobación externa.
La pandemia del COVID-19 reavivó viejas heridas, pero también le permitió sanar y reconectar con su niño interior.
En los últimos años, Pablo ha lanzado nuevos álbumes, participado en programas de televisión y hablado abiertamente sobre su historia, incluyendo la explotación infantil que sufrió en Festilindo y los años de bullying y discriminación.
Su valentía para contar su verdad ha sido un acto de empoderamiento que inspira a muchos.
Hoy, lejos de ser solo un ídolo olvidado, Pablito Ruiz es un símbolo de resiliencia y autenticidad.
Su voz ha madurado, sus cicatrices cuentan historias de supervivencia y su música sigue emocionando a quienes crecieron con ella.
Más que un regreso, su historia es una reivindicación personal y un llamado a la industria para proteger y respetar a sus jóvenes talentos.
Pablito Ruiz nos recuerda que detrás del brillo de la fama hay vidas complejas, y que la verdadera fortaleza reside en aceptar y expresar nuestra verdad, incluso cuando el mundo nos quiere silenciar.
Su viaje de caída y renacimiento es un testimonio poderoso de que nunca es tarde para recuperar la voz y el control de nuestra historia.