La Impactante Revelación del Rescatista que Encontró a Rubby Pérez: Un Testimonio de Valor y Dolor
La tragedia del colapso del Jet Set ha dejado una huella imborrable en la República Dominicana, y uno de los momentos más desgarradores ocurrió cuando Miguel Marte, director de la Defensa Civil en Santo Domingo Norte, encontró el cuerpo de Rubby Pérez entre los escombros.
En una reciente entrevista, Miguel rompió el silencio y compartió su experiencia, revelando detalles que nunca antes se habían contado.
Miguel llegó al lugar del desastre poco después del colapso.
La escena que encontró fue caótica y desgarradora.
“Al llegar, vi desesperación, gente gritando, otros llorando”, recordó.
“Era como si el tiempo se hubiera detenido y todo estuviera cubierto de polvo”.
Desde el primer momento, supo que esa experiencia lo marcaría para siempre.
Aunque inicialmente coordinaba la entrega de alimentos y suministros, su instinto lo llevó a adentrarse en el área de rescate.
“Necesitaba ayudar”, afirmó.
Al entrar en el lugar, Miguel se dio cuenta de la magnitud del colapso.
“Había vigas de concreto enormes suspendidas en el aire”, explicó.
“La gente decía que el techo se sostenía por columnas, pero no había columnas en el centro”.
A pesar del peligro, Miguel y su equipo lograron rescatar entre 30 y 40 personas, aunque no todas estaban con vida.
Las primeras horas fueron cruciales, y aunque algunos sobrevivientes fueron encontrados, la situación se tornó cada vez más desoladora.
El momento más impactante llegó cuando se le informó que Rubby Pérez podría estar entre los escombros.
“Esa zona estaba completamente restringida”, recordó Miguel.
“Había vigas suspendidas que amenazaban con caer”.
Sin embargo, su deseo de ayudar lo impulsó a entrar en esa área peligrosa.
Con mucho cuidado, comenzó a mover los escombros.
“De repente vi algo: era el pedal de un micrófono”, dijo.
“Luego vi un zapato negro, una pierna y finalmente una mano”.
Cuando finalmente descubrió el rostro de Rubby, supo que estaba allí, en silencio y sin vida.
“Lo envolvimos con respeto, como si el país entero nos estuviera mirando”, compartió Miguel.
Este momento no terminó con el rescate; lo que vio y sintió ese día lo acompañará por el resto de su vida.
“No solo fue duro como socorristas, fue devastador como seres humanos”, afirmó.
Miguel recuerda con precisión el instante en que encontró los lentes de Rubby, intactos y apoyados delicadamente entre los escombros.
“No eran solo un objeto; valían porque él los usó hasta el final”, reflexionó.
Días después, entregó esos lentes al hermano de Rubby, no con formalidad, sino con humanidad.
“Estos lentes son de ustedes y de nadie más”, dijo.
Mientras continuaban con el rescate, la situación era cada vez más peligrosa.
Una viga colosal seguía suspendida, y cualquier movimiento en falso podría ser fatal.
Miguel y un joven bombero, cuyo nombre nunca supo, decidieron improvisar soportes para sostener la viga.
“No había tiempo para el miedo”, recordó.
La única prioridad era rescatar a Rubby y asegurarse de que su familia pudiera despedirse de él con dignidad.
A medida que avanzaban, la tensión era palpable.
“Cuando levantamos la viga, todo quedó en silencio”, dijo Miguel.
“Los otros rescatistas se habían retirado, sabían que el lugar era demasiado frágil”.
Sin embargo, Miguel y el joven bombero no se dieron por vencidos.
“Nos tiramos al suelo y seguimos escarbando hasta llegar a él”, compartió.
Fue en ese momento que un familiar de Rubby capturó la escena en una fotografía, una imagen que representaba la entrega y el esfuerzo de los rescatistas.
La experiencia de Miguel fue profundamente transformadora.
“He estado en situaciones difíciles, pero nada como esto”, confesó.
“Nada con tanto peso emocional”.
La tragedia le enseñó la importancia de ser humanos y compasivos.
“Un día estás abrazando a tu abuelo en su velorio, y al siguiente, estás removiendo los restos de alguien que fue símbolo de alegría para todo un país”, reflexionó.
Miguel también se sintió obligado a abordar la desinformación que rodeó la muerte de Rubby.
“Se ha dicho que un perro lo encontró, que estaba cantando en el momento del colapso, pero nada de eso es cierto”, afirmó.
“Su muerte fue inmediata”.
La verdad era dura, y Miguel se la comunicó a la familia con la compasión que la situación requería.
La jornada fue intensa y llena de emoción.
“Cada vez que encontrábamos una cartera o un celular, lo sellábamos en una bolsa blanca y lo etiquetábamos”, explicó.
“No había margen para el error”.
La dignidad de cada vida perdida era primordial, y Miguel enfatizó que los verdaderos rescatistas no tienen manos para robar, sino para salvar vidas.
A medida que las horas pasaban, el caos reinaba a su alrededor.
“La gente desesperada ofrecía lo que fuera con tal de que alguien sacara a sus familiares”, recordó.
Sin embargo, Miguel y su equipo se mantuvieron firmes en su ética profesional.
“Lo hicimos con el alma rota, pero también con un sentido de honor que no todos comprenden”.
Finalmente, Miguel compartió su agradecimiento hacia el joven bombero que estuvo a su lado durante todo el proceso.
“No sé tu nombre, pero sé que estuviste ahí cuando otros retrocedieron”, dijo.
“Gracias por no dejarme solo, por ser un héroe sin uniforme”.
Esta conexión humana en medio del desastre fue lo que le dio a Miguel la fuerza para seguir adelante.
La historia de Miguel Marte es un testimonio de valor, compasión y dedicación en tiempos de tragedia.
Su experiencia no solo revela la brutal realidad de lo que ocurrió esa noche, sino que también nos recuerda la importancia de la humanidad en momentos de crisis.
“Cuando todo se derrumba, lo único que debe mantenerse en pie es el respeto por la vida”, concluyó.
Este relato conmovedor nos invita a reflexionar sobre el sacrificio de quienes arriesgan sus vidas para ayudar a los demás.
La tragedia del Jet Set no solo fue una pérdida para la música dominicana, sino también un recordatorio de la fragilidad de la vida y la necesidad de unidad y compasión en tiempos difíciles.
La voz de Miguel Marte resuena como un llamado a la acción, a ser más humanos y a valorar cada vida, cada historia, y cada sacrificio.
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