A los casi 70 años, Lupe Esparza finalmente se ha sincerado sobre muchos aspectos desconocidos de su vida y su trayectoria con Bronco.
Con más de cuatro décadas en la industria musical, su figura es emblemática dentro de la música regional mexicana.
Sin embargo, detrás del escenario, su camino estuvo lleno de desafíos, inseguridades y sacrificios personales.
Nacido en un pequeño pueblo de Durango y criado en la pobreza, Lupe enfrentó desde joven la baja autoestima y situaciones humillantes, como cuando no se le permitió recibir un premio por no considerarlo “fotogénico”.
Durante su adolescencia, enfrentó dificultades escolares, especialmente en las materias de canto, donde constantemente era criticado.
A pesar de estas barreras, su pasión por la música fue más fuerte.
Conoció a sus futuros compañeros de Bronco en la secundaria y, aunque entonces nadie imaginaba su futuro éxito, juntos comenzaron a sembrar las bases de lo que sería una carrera legendaria.
Antes de dedicarse de lleno a la música, Lupe trabajó en distintos oficios, siendo despedido en varias ocasiones por priorizar sus presentaciones musicales.
El verdadero giro en su carrera llegó con la canción “Sergio el bailador”, inspirada en un fan leal que lo seguía a todas partes.
El éxito de esta canción los catapultó a la fama nacional, pero también trajo consigo presiones y cambios en la imagen pública del grupo.
Su representante exigía que mintieran sobre su edad y estado civil, manipulando su apariencia para atraer al público.
Lupe incluso fue convencido de posar sin camisa para una revista, situación que contrastaba con su carácter reservado.
A medida que Bronco ganaba popularidad, surgieron tensiones internas.
Las diferencias de percepción sobre el trabajo y la compensación entre los miembros generaron resentimientos.
Eventualmente, estas tensiones condujeron a la separación del grupo, complicada aún más por la pérdida del derecho legal al nombre “Bronco”, lo que obligó a Lupe a negociar su recuperación con grandes sacrificios económicos.
En medio de estas luchas, Lupe también enfrentó pérdidas personales, como la muerte de su amigo y compañero Choche, y el distanciamiento de otros miembros fundadores, como Ramiro Delgado.
A pesar de estas rupturas, Lupe nunca abandonó su pasión.
Integró a sus hijos en la banda, buscando renovar la energía y mantener vivo el legado.
Aunque reconoce que el éxito ya no es el mismo de antes, Lupe sigue disfrutando del escenario y de la conexión con su público.
Vive en su rancho, rodeado de caballos y recuerdos, pero con la satisfacción de haber transformado una historia de lucha en una de las carreras más significativas de la música mexicana.
Su historia es una prueba de que los sueños pueden cumplirse, incluso cuando el camino está lleno de obstáculos.
