“La Verdadera Historia Detrás de Rubby Pérez: Revelaciones de su Hijo Oculto”
La reciente muerte de Rubby Pérez ha dejado a sus seguidores en estado de shock.
Sin embargo, hay una voz que ha decidido romper el silencio: Carlos Rafael Pimentel, el hijo que Rubby nunca reconoció públicamente.
Hoy, por primera vez, conoceremos al verdadero hombre detrás de la leyenda, el padre que muchos ni siquiera sabían que existía.
¿Qué llevó a Rubby a ocultar la existencia de su hijo?
Y más importante aún, ¿cómo se siente Carlos al ver que su padre ya no está y que la verdad completa nunca fue conocida?
Esta no es solo una historia de fama y música; es una crónica de dolor, redención y secretos que han permanecido ocultos durante años.
La historia de Rubby Pérez comenzó mucho antes de que sonaran los aplausos.
Roberto Antonio Pérez Herrera, un joven que soñaba con jugar en las grandes ligas, tuvo su vida marcada por un trágico accidente que lo obligó a cambiar el guante por el micrófono.
Carlos, ahora decidido a contar su verdad, recuerda cómo su padre le confesó una vez: “Yo no pude ser pelotero”.
Ese sentimiento de pérdida lo acompañó durante toda su vida, una tristeza profunda que aún resuena en la mente de su hijo.
A los 15 años, Rubby sufrió un accidente que lo dejó en coma durante 30 días, y cuando despertó, su cuerpo ya no respondía.
Le tomó dos años reaprender a caminar y a hablar, un proceso doloroso que lo transformó en el artista que todos conocieron.
En medio de ese sufrimiento, la música se convirtió en su salvación.
No fue un escenario ni un contrato discográfico lo que lo rescató, sino una guitarra y los pacientes del hospital que le pedían que cantara.
Así, en el silencio más profundo, nació la voz más poderosa del merengue.
Carlos recuerda cómo su padre le contaba que, tras el accidente, se sintió roto y sin rumbo, atrapado en un cuerpo que ya no le respondía.
Pero cuando todo parecía perdido, un joven del pueblo le ofreció una oportunidad que cambiaría su vida.
“¿Quieres unirte al coro de la iglesia?”, le preguntó, y esa invitación marcó el inicio de su renacimiento.
Poco a poco, Rubby fue convencido de que cantar podía ser su nueva vida.
Su primer grupo, Los Pitágoras del Ritmo, le abrió el camino, y en 1978, su verdadera explosión de popularidad llegó.
A veces, cuando la vida te arrebata un sueño, te ofrece uno aún más grande, y Rubby dejó atrás el béisbol para abrazar el micrófono.
Aunque su nombre no aparecía en portadas, Carlos llevaba en su ser la historia de su padre, un hombre con profundas cicatrices.
Rubby se enteró de que Fernando Villalona estaba buscando una voz para su orquesta y, sin pensarlo, se lanzó a la oportunidad.
Cantó en una fiesta sin invitación, y Villalona quedó impresionado.
Así, Rubby comenzó a cobrar apenas 35 pesos por baile, pero cantaba como si estuviera en el Madison Square Garden.
Al principio, no le gustaba el merengue, pero la vida lo llevó a aceptar su nuevo destino.
Su primer tema de merengue, “Pato Robao”, lo llevó directo al escenario del Madison Square Garden, donde comenzó a darse cuenta de que el escenario era su hogar.
Fue entonces cuando decidió cambiar su nombre de Roberto Pérez a Rubby Pérez, buscando un sonido más artístico.
Sin embargo, el éxito no trajo estabilidad; había noches en las que no sabía cómo alimentar a sus hijos.
La presión era abrumadora, pero Fernando Villalona lo apoyó como un hermano, abriéndole las puertas de su hogar.
A pesar de las tensiones en la orquesta, Rubby continuó adelante, aprendiendo de su tiempo con Villalona.
Las cosas cambiaron cuando recibió la llamada de los Hijos del Rey, que le ofrecieron un buen dinero.
El verdadero cambio llegó en 1982 cuando Wilfrido Vargas le propuso un préstamo temporal para cubrir la salida de Fernando.
Fue en un vuelo a Puerto Rico donde Wilfrido le dijo: “Rubby, aprende esta canción. Se llama ‘El Africano'”.
Esa presentación en Colombia fue un éxito rotundo y marcó el inicio de su carrera en el merengue.
Rubby pasó de ser un nuevo cantante a convertirse en el futuro del merengue.
La canción “El Africano” lo catapultó a la fama, pero no sin conflictos.
Wilfrido, al escuchar el tema, rompió su propia regla de un solo tema por cantante.
Rubby grabó 22 canciones con él en cinco años, convirtiéndose en una figura imparable en el escenario.
Pero la fama también trajo consigo el agotamiento.
Después de una gira agotadora, Rubby se acercó a Wilfrido y le pidió un descanso.
Ese fue su último día en la orquesta, con solo 200 pesos en los bolsillos y un futuro incierto.
Sin embargo, el destino le tenía reservada una nueva oportunidad.
Mientras estaba en casa, recibió una llamada de Bienvenido Rodríguez, el fundador de Karen Records.
Le ofrecieron una canción que había sido rechazada por otros artistas, y Rubby decidió grabarla.
Esa canción fue “Volveré”, que al principio no quería grabar, pero finalmente se convenció.
La grabación se hizo al revés, primero los coros y luego la voz principal, y en solo tres días se convirtió en un éxito nacional.
El país entero se detuvo para escuchar su voz, y Rubby se convirtió en una leyenda.
Sin embargo, las tensiones entre Wilfrido y Bienvenido Rodríguez aumentaron, y Rubby se encontró en medio de un conflicto.
A pesar de los desacuerdos, Rubby nunca renunció a su pasión por la música.
Con el tiempo, su carrera se expandió más allá de la República Dominicana, donde fue recibido como un rey.
Rubby lanzó álbumes que se convirtieron en la banda sonora de bodas y celebraciones.
A pesar de los altibajos, siempre mantuvo su autenticidad y humildad.
La vida le dio golpes, pero él nunca dejó que eso lo definiera.
La pérdida de su esposa Inés en 2022 lo marcó profundamente, y su música cambió para reflejar ese dolor.
Desde entonces, Rubby canta con una profundidad y un sentimiento que solo aquellos que han sufrido pueden entender.
Carlos, como su hijo, ha sido testigo de su resiliencia y de su capacidad para transformar el dolor en arte.
Rubby Pérez ha aprendido a vivir con el sufrimiento, abrazando las pérdidas y encontrando en la música su refugio.
Hoy, en su cumpleaños, es el momento de recordar al hombre detrás del artista, el que ha amado y perdido, pero que sigue de pie.
Rubby no solo canta; vive a través de su música, dejando un legado que perdurará por generaciones.
Así que cuando escuches sus canciones, recuerda que detrás de cada letra hay una historia de amor, sacrificio y vida.
Rubby Pérez es más que un cantante; es un hombre que ha vivido plenamente, fiel a sí mismo y a su gente.
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