La vida de Rubby Pérez, uno de los íconos del merengue, es un testimonio de resiliencia, talento y dolor.
Conocido por su potente voz y su carisma en el escenario, su trayectoria no ha estado exenta de desafíos y pérdidas que han marcado su camino.
En este artículo, exploraremos la vida de Rubby, desde sus humildes comienzos hasta los momentos más difíciles que ha enfrentado.
Rubby Pérez nació como Roberto Antonio Pérez Herrera en la República Dominicana.
Desde pequeño, soñaba con ser pelotero, siguiendo los pasos de su hermano Neifi Pérez, quien logró jugar en las Grandes Ligas.
Sin embargo, a los 15 años, su vida dio un giro devastador cuando un accidente automovilístico lo dejó con secuelas graves.
Pasó un año en el hospital, de los cuales 30 días estuvo en coma, y tuvo que aprender a hablar y caminar nuevamente.
Durante su recuperación, encontró consuelo en la música.
Con una guitarra prestada, comenzó a cantar a otros pacientes, sin saber que estaba forjando la voz que lo llevaría a la fama.
A pesar de las dificultades económicas de su familia, su pasión por la música creció, y poco a poco se fue involucrando en grupos musicales locales.
Después de varios intentos, Rubby se unió a la orquesta de Wilfrido Vargas, donde rápidamente se hizo un nombre.
Su talento no pasó desapercibido, y pronto grabó varios éxitos que lo catapultaron a la fama.
Uno de sus temas más destacados fue “Volveré”, que se convirtió en un éxito nacional e internacional.
A pesar de su éxito, Rubby enfrentó momentos difíciles en su carrera, incluyendo la presión de mantenerse relevante en un género musical competitivo.
Sin embargo, su relación con Wilfrido Vargas no siempre fue fácil.
Rubby fue despedido de la orquesta en 1985 tras un malentendido que lo dejó devastado.
A pesar de esto, su talento fue reconocido rápidamente, y Rubby continuó su carrera como solista, grabando álbumes que resonaron en el corazón de sus seguidores.
A medida que su carrera despegaba, Rubby enfrentó pérdidas personales que lo marcarían para siempre.
Su esposa, Inés Lizardo, con quien compartió más de 47 años de su vida, luchó contra el cáncer de seno.
A pesar de su enfermedad, Inés le pidió a Rubby que no abandonara su carrera, pero lamentablemente falleció en 2022.
La pérdida de su compañera de vida dejó un vacío inmenso en su corazón y en su vida.
Rubby ha compartido en varias entrevistas lo difícil que ha sido enfrentar la muerte de sus seres queridos mientras estaba lejos de casa, en giras y presentaciones.
La tristeza de perder a su madre, su abuela y su esposa ha sido un peso que ha llevado con él a lo largo de su carrera.
A pesar de los altibajos, Rubby Pérez ha dejado una huella imborrable en la música tropical.
Su estilo y su voz han influenciado a una nueva generación de artistas, y su legado continúa vivo en el corazón de sus fans.
Ha recibido numerosos premios, incluyendo discos de oro y platino, y su música sigue sonando en fiestas y celebraciones.
Rubby ha aprendido a encontrar la paz en la música, utilizando su arte como una forma de sanar sus heridas.
En sus presentaciones, comparte no solo su talento, sino también su historia de vida, inspirando a otros a superar sus propios desafíos.
La historia de Rubby Pérez es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, siempre hay un camino hacia adelante.
Su viaje desde un accidente devastador hasta convertirse en uno de los grandes del merengue es un testimonio de su fuerza y determinación.
Aunque ha enfrentado pérdidas dolorosas, Rubby continúa siendo una figura emblemática en la música, recordándonos que la vida, a pesar de sus dificultades, puede ser hermosa y llena de esperanza.
En un mundo donde la fama puede ser efímera, la historia de Rubby Pérez resuena como un canto de perseverancia y amor.
Su legado no solo se mide en premios y reconocimientos, sino en el impacto que ha tenido en la vida de quienes lo han escuchado y admirado a lo largo de los años.
Rubby sigue siendo un símbolo de lucha y pasión, y su música continuará inspirando a generaciones futuras.
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