El médico del Papa Francisco afirma que su equipo consideró dejarlo morir
El jefe del equipo que atiende al Papa Francisco revela que los médicos consideraron suspender el tratamiento.
El domingo 23 de marzo fue un día maravilloso para el Papa Francisco, quien fue dado de alta del Hospital Gemelli de Roma, donde luchaba contra una neumonía doble desde febrero.
Pero podría haber terminado de otra manera.
Durante una conferencia de prensa en el hospital el sábado 22 de marzo, el Dr. Sergio Alfieri, jefe del equipo médico que ha estado tratando al Papa Francisco, declaró a los periodistas que durante las cinco semanas de hospitalización del Papa, se produjeron “dos episodios muy críticos en los que la vida del Santo Padre estuvo en peligro”.
Para colmo, en otra entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera, Alfieri afirmó que el personal médico consideró suspender el tratamiento para que el Papa Francisco pudiera morir.
El momento más crítico, afirma, tuvo lugar el 28 de febrero, cuando el papa Francisco sufrió un problema respiratorio tan grave que inhaló su propio vómito.
“Tuvimos que elegir entre detenerlo y dejarlo ir o forzarlo e intentar con todos los medicamentos y terapias posibles, con el altísimo riesgo de dañar otros órganos. Y al final, optamos por este camino”, declaró Alfieri, según CNN.
De hecho, fue el enfermero del papa Francisco, Massimiliano Strappetti, quien tomó la decisión de intentar salvarlo.
Según se informa, le dijo a Alfieri: “Inténtalo todo, no nos rendiremos. Eso es lo que todos pensábamos también. Y nadie se rindió”.
El papa Francisco, de 88 años, ya está de vuelta en su residencia en Casa Santa Marta, donde reside desde que fue elegido papa en 2013.
Los médicos indicaron que necesitará descansar y recuperarse durante al menos dos meses para recuperarse por completo y sanar.
Los médicos también aconsejan al Papa que no se reúna con grandes grupos de personas en el futuro próximo.
Durante su hospitalización, el Papa Francisco recibió ventilación mecánica no invasiva y oxígeno durante varias semanas.
En su mensaje del Ángelus, que se entregó a la prensa con antelación, declaró: «Durante este largo período de hospitalización, he tenido la oportunidad de experimentar la paciencia del Señor, que también veo reflejada en la incansable atención de los médicos y el personal sanitario, así como en la atención y la esperanza de los familiares de los enfermos».
El Santo Padre añadió: «Esta paciencia confiada, anclada en el amor de Dios que no desfallece, es verdaderamente necesaria en nuestra vida, especialmente para afrontar las situaciones más difíciles y dolorosas».