¡Habló la madre de Majo! Revela detalles escalofriantes que nadie se atrevió a contar: “Si no era conmigo, no era con nadie” — ¿amor o terror bajo el mismo techo?
La tragedia que sacudió a Mosquera, Cundinamarca, sigue dejando cicatrices profundas.
Majo, la niña de 9 años que murió a manos de su padrastro, no solo fue víctima de un acto atroz, sino que su historia esconde un drama familiar lleno de terror y amenazas constantes.
Paola Guzmán López, madre de la pequeña, decidió hablar por primera vez desde aquel fatídico domingo 14 de septiembre para revelar detalles que hielan la sangre.
Su testimonio, recogido por Noticias RCN, pinta un cuadro desgarrador de la convivencia con un hombre que, lejos de proteger a sus hijas, se convirtió en una amenaza latente.
Durante cinco años, Paola mantuvo una relación sentimental con el agresor, un hombre de 33 años.
Sin embargo, esa relación estuvo marcada por un constante ambiente de intimidación.
“Yo ya no quería nada más con él y él me decía que si no era conmigo, no era con nadie”, confesó Guzmán con visible dolor.
Estas palabras revelan la naturaleza obsesiva y violenta del hombre que terminó con la vida de Majo.
Pero, ¿por qué Paola seguía compartiendo techo con alguien que la amenazaba?
La respuesta es tan triste como compleja.
La mujer explicó que no se había ido porque el agresor no tenía a dónde ir con su hija biológica, la otra pequeña que también presenció el ataque.
“Yo pagaba el arriendo y me quedaba ahí”, relató, evidenciando la difícil situación económica y emocional que la mantenía atrapada en ese hogar.
El día del crimen, una discusión entre Paola y su expareja detonó la tragedia.
Durante la disputa, el hombre adoptó una actitud extraña y agresiva, lo que llevó a la madre a buscar ayuda policial.
Pero en su ausencia, el agresor aprovechó para atacar a Majo.
Lo que hace este caso aún más desgarrador es que la otra hija biológica del agresor fue testigo de la violencia.
Ver cómo su padre atacaba brutalmente a su hermanastra y luego intentaba quitarse la vida es una imagen que marcará para siempre la psique de esa niña.
Las autoridades están alarmadas ante este nuevo detalle, pues la presencia de un menor presenciando tal violencia añade una dimensión más grave al caso.
La protección de los niños en entornos familiares peligrosos es una responsabilidad que la sociedad y el Estado deben asumir con urgencia.
Paola describió a Majo como una niña alegre, apasionada por el baile, llena de vida y sueños.
La pérdida de una hija con esas características no solo destruye a una familia, sino que también deja un vacío imposible de llenar en la comunidad.
Este caso ha reavivado el debate sobre la eficacia de las autoridades en la prevención y atención de casos de violencia intrafamiliar.
Muchos se preguntan si se pudo haber hecho algo más para evitar esta tragedia.
La historia de Paola y Majo es un recordatorio doloroso de que la violencia no siempre se ve desde fuera, y que quienes sufren en silencio necesitan redes de apoyo más fuertes y efectivas.
Mientras la investigación continúa, el clamor social por justicia crece.
La comunidad exige que el agresor enfrente todo el peso de la ley y que se implementen medidas para proteger a los niños en situaciones similares.
Además, este caso pone en evidencia la necesidad de romper el ciclo de violencia que muchas veces se perpetúa en los hogares bajo el silencio y el miedo.
El relato de Paola Guzmán es un grito de auxilio que trasciende su dolor personal.
Es un llamado a la sociedad para que no ignore las señales y actúe antes de que ocurran más tragedias.
Este drama familiar, que terminó en un acto criminal, nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la infancia cuando está expuesta a entornos tóxicos y peligrosos.
La pregunta que queda en el aire es cómo proteger a los más vulnerables cuando quienes deberían cuidarlos se convierten en su peor amenaza.
Paola, con valentía, ha decidido contar su verdad para que la memoria de Majo sirva como una advertencia y un motor para el cambio.
Porque detrás de cada cifra de violencia intrafamiliar hay una historia humana que merece ser escuchada y atendida.
Este caso estremecedor no debe quedar en el olvido ni en la indiferencia.
La justicia debe ser implacable, pero también debe ir acompañada de políticas y programas que prevengan estos horrores.
La historia de Majo y su madre es un espejo oscuro que refleja las sombras que aún habitan en muchas casas.
Y solo enfrentándolas podremos construir un futuro donde ningún niño tenga que pagar con su vida el precio del silencio y la impunidad.
Porque cuando la violencia se esconde detrás de la puerta del hogar, la tragedia está a un paso de convertirse en realidad.
Este relato es un llamado urgente a abrir los ojos y actuar, para que ninguna Majo más muera en silencio.