José Alfredo Jiménez Murió Hace 52 Años… Pero Su Última Confesión REVELA Lo Que Vicente Fernández Juró LLEVARSE A LA TUMBA

La muerte de Miguel Aceves Mejía como nunca te la contaron: el adiós del “Rey del Falsete”

Fue una de las voces más queridas del México de la Época de Oro, el intérprete que llevó el falsete a niveles inigualables y que con canciones como La Malagueña y El Jinete se convirtió en símbolo de la música ranchera. Pero detrás del brillo y los aplausos, Miguel Aceves Mejía enfrentó una vejez marcada por el olvido, la enfermedad y la decepción hacia el medio artístico que tanto lo había celebrado.

image

El retiro forzado de un ídolo

A los 86 años, el llamado Falsete de Oro decidió retirarse de los escenarios. No fue por falta de pasión ni de voz —pues seguía cantando con energía—, sino por el poco reconocimiento económico y moral que recibía. Quienes lo conocían aseguran que se sentía traicionado por una industria que parecía haberle dado la espalda.

“Ya no vale la pena seguir. Me pagan menos que a un novato”, habría dicho con tristeza.
Su familia le pidió alejarse del bullicio, descansar. Pero Miguel no podía dejar de cantar: seguía visitando estudios, aceptando invitaciones, soñando con una última gran presentación.

La enfermedad que lo llevó al hospital

Con los años comenzaron los problemas cardiovasculares y de movilidad. En octubre de 2006, sufrió un desmayo en su baño. Fue trasladado de urgencia al Hospital Santa Elena, en la Ciudad de México. El diagnóstico fue alarmante: desnutrición severa, provocada por la cantidad de medicamentos que tomaba.

Aun así, su espíritu seguía intacto. Cuando lo visitó la periodista Pati Chapoy, la sorprendió cantando un fragmento de La Malagueña con su característico falsete.
“Quiero recuperarme solo para volver a cantar frente a mi público una vez más”, le dijo.

Pero el milagro no llegó.

Los últimos días del “Falsete de Oro”

Aunque su salud pareció mejorar el 8 de noviembre, dos días después contrajo una infección pulmonar. Fue entubado, pero su cuerpo ya no resistía.
El 6 de noviembre de 2006, apenas una semana antes de cumplir 91 años, Miguel Aceves Mejía falleció a causa de una neumonía.

Murió rodeado de su familia más cercana, en silencio, sin los reflectores que tanto lo habían acompañado.

El adiós sin gloria

Su cuerpo fue velado en la funeraria Galloso Félix Cuevas, y al día siguiente trasladado al Palacio de Bellas Artes, donde miles de admiradores —en su mayoría personas mayores— hicieron fila bajo el sol para despedirlo.
Sin embargo, su homenaje no estuvo a la altura de su legado: solo el director del recinto representó oficialmente a la institución y menos de diez artistas del medio acudieron.

Entre ellos, La Prieta Linda y Jerónimo Rubio, quienes interpretaron sus temas mientras el público aplaudía durante más de diez minutos.
“Es lo menos que merece alguien que dio tanta alegría al país”, dijo la actriz Lilia Aragón en aquella ceremonia.

La despedida fue abruptamente interrumpida cuando personal de seguridad ordenó desalojar el recinto por una supuesta protesta que nunca ocurrió. El féretro fue retirado de prisa y enterrado en el Panteón Jardín, ante pocos testigos.
Muchos lo consideraron un sabotaje o una muestra más del olvido que ya lo envolvía.

De niño humilde a leyenda del canto

Nacido el 13 de noviembre de 1915 en El Paso, Texas, fue registrado un mes después en Chihuahua, México. Desde niño vivió la pobreza: perdió a su padre a los cuatro años y trabajó como bolero y vendedor de periódicos.
Durante la Segunda Guerra Mundial renunció a la ciudadanía estadounidense para no ser reclutado, decidido a quedarse en su país y perseguir su sueño musical.

Comenzó en la radio XEB de Monterrey con el trío Los Porteños, hasta que su voz lo llevó a la capital. Tras años de lucha, en 1948 grabó su primer disco ranchero, y con él nació la leyenda del Rey del Falsete.

El trauma que lo marcó y el poder de su voz

Miguel Aceves Mejía era tartamudo desde los 13 años, luego de presenciar el asesinato de un hombre frente a sus ojos. En Argentina, el propio Juan Domingo Perón, admirador suyo, le ofreció tratamiento con hipnosis, y así superó su tartamudez.
De regreso a México, combinó el cine y la música, filmando más de 70 películas y grabando 1,600 canciones que lo convirtieron en ícono internacional.

Pese a su fama, nunca perdió la humildad. En entrevistas recordaba con cariño a sus contemporáneos Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solís, pero advertía:

“Si para ser inmortal hay que morir joven, yo prefiero vivir cien años en la tierra de los mortales.”

Un adiós triste, un legado eterno

Su muerte reveló una triste realidad: el mundo artístico lo había dejado atrás, pero el pueblo no. Miles de personas —sin cámaras ni alfombras— le rindieron homenaje cantando sus rancheras a coro frente a Bellas Artes.

Miguel Aceves Mejía murió sin fortuna ni homenajes ostentosos, pero con algo más valioso: el amor eterno del pueblo mexicano.
Su falsete sigue vivo en cada mariachi, en cada canción que recuerda a una época en la que México cantaba con el alma.

“El último gran charro no murió olvidado. Solo se adelantó para seguir cantando donde nunca se apaga la voz.”

Related Posts

Our Privacy policy

https://colombia24h.com - © 2025 News