Abel Salazar fue una figura querida de la época de oro del cine mexicano, conocido por sus papeles junto a íconos como Pedro Infante y Germán Robles.
Su vida fuera de la pantalla fue igualmente cautivadora, llena de romance, desamor y rumores de escándalo.
Abel Salazar estuvo realmente enamorado de Alicia Cárdenas, la hija del expresidente Lázaro Cárdenas, o su matrimonio fue resultado de la presión de los círculos políticos.
¿Qué hay de su apasionada relación con Gloria Marín, marcada por múltiples compromisos y rupturas?
Este video revela las historias no contadas de la vida amorosa de Abel Salazar, sus complejos matrimonios y el romance que definió su legado.
Quédese con nosotros mientras desvelamos lo que su esposa ha decidido compartir tras tres décadas de silencio.
Pero antes de adentrarnos en las impactantes revelaciones sobre el mundo privado de Abel Salazar, necesitamos comprender los eventos tempranos que moldearon su extraordinario camino.
Abel Salazar nació en la Ciudad de México el 26 de septiembre de 1917, en una familia con un rico trasfondo cultural.
Su padre, Abel Salazar del Río, fue un abogado, escritor y poeta respetado, cuyo legado se honra en la rotonda de los hombres ilustres en Toluca.
Su madre, Dolores García Solares, crió a Abel junto a sus dos hermanos, Alonso y Alfredo, este último también dejó huella en el mundo del cine como guionista y director.
Durante su infancia, la curiosidad natural de Abel y su sed de conocimiento lo llevaron a recibir una educación en gran medida autodidacta.
Inspirado por el estilo elegante de su padre, desarrolló un gusto por la vestimenta refinada, lo que lo distinguía de sus compañeros.
Tras estudiar en la escuela libre de comercio, Abel comenzó a trabajar como archivista en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Su carácter seguro y elocuente le abrió las puertas a diversas oportunidades, incluyendo un empleo como dependiente en una tienda de muebles para baño.
Sin embargo, las aspiraciones de Abel iban más allá del mundo empresarial.
Fascinado por leyendas de Hollywood como Cary Grant, soñaba con convertirse en una estrella de cine.
Su pasión por el espectáculo creció a medida que asistía a funciones en vivo y espectáculos cómicos, despertando en él el deseo de entretener al público.
En la década de 1940, mientras el cine mexicano vivía su auge, Abel reconoció su vocación en la industria del entretenimiento.
Sus primeros pasos en el mundo del espectáculo fueron poco convencionales: actuaba como titiritero para comediantes en las bulliciosas carpas del área metropolitana de la Ciudad de México.
Mientras tanto, la escena cinematográfica de la ciudad florecía con cines como el Saboy, inaugurado en 1943, y el Olia, donde los espectadores se maravillaban con las primeras películas sonoras.
En su tiempo libre, Abel solía pasear por el centro de la ciudad y explorar librerías, donde alimentaba su amor por la lectura, una pasión heredada de su padre.
Socialmente, disfrutaba visitar la cafetería del renombrado Hotel Regis, un punto de encuentro para las principales figuras del cine mexicano.
A medida que Abel Salazar avanzaba en su carrera actoral, comenzó a relacionarse con estrellas consagradas como Antonio Badu, Jorge Negrete y Víctor Parra.
Escuchar sus relatos y experiencias en los sets avivó su pasión por el cine y lo guió hacia su destino como uno de los actores más icónicos de su generación.
En 1941, Salazar debutó en la pantalla grande con la película La casa del rencor, compartiendo escenas con Anita Blanch y René Cardona bajo la dirección de Gilberto Martínez Solares.
Aunque su papel fue pequeño, representó un trampolín que fortaleció su determinación de triunfar.
Impulsado por su pasión por la actuación, buscó activamente nuevas oportunidades aprovechando su carisma natural y talento para forjar relaciones dentro de la industria cinematográfica.
Ese mismo año, el director Chano Uru le ofreció un papel en El Conde de Montecristo, donde actuó junto a Arturo de Córdoba, Mapi Cortés, René Cardona, Terceo y Gloria Marín, una actriz ya reconocida por su impresionante filmografía de 18 películas.
Con este papel, las puertas del cine se abrieron de par en par para Salazar, permitiéndole entrar con paso firme en el mundo del espectáculo y consolidar su lugar en la industria.
En 1943, Abel Salazar tomó una decisión audaz al invertir sus ahorros para incursionar en la producción cinematográfica.
Escribió y protagonizó Los tres hermanos, junto a David Silva y Julián Soler, con José Benavides Junior como director.
La película fue un gran éxito, lo que abrió nuevas oportunidades y reafirmó su creencia de que asumir riesgos era esencial para triunfar.
Con esta mentalidad, fundó su productora RAA, un acrónimo de su nombre completo.
Salazar continuó su carrera con películas como La Virgen morena y La liga de las canciones.
Su trayectoria dio un giro cuando el director Ismael Rodríguez le ofreció un papel en Los tres García y su secuela Vuelven los García.
Aunque al principio Salazar no estaba particularmente entusiasmado con la oferta, la situación financiera de Salazar no era la mejor, por lo que finalmente aceptó el papel.
La película, estrenada en 1946, se convirtió en un éxito cinematográfico y consolidó a Salazar como una figura clave del cine mexicano.
Durante las décadas de 1950 y 1960, Salazar amplió su repertorio, incursionando en el género de terror, demostrando su versatilidad como actor y productor.
Sus colaboraciones con Germán Robles en películas de vampiros fueron éxitos de taquilla, ganando reconocimiento más allá de los melodramas.
Sin embargo, Salazar nunca se limitó a un solo género y se movió con facilidad entre el drama, la comedia y el suspenso, cautivando al público con su carisma y presencia en pantalla.
En 1944, Abel Salazar contrajo matrimonio con Alicia Cárdenas, hija del expresidente Lázaro Cárdenas.
Su unión captó la atención de los medios, no solo por reunir a dos familias destacadas, sino también por los rumores que rodearon su boda.
Aunque el matrimonio estuvo marcado por especulaciones y rumores, la pareja tuvo dos hijas.
La relación de Salazar y Cárdenas duró seis años antes de su eventual divorcio.
Tras su divorcio, Salazar volvió a encontrar el amor en Gloria Marín, quien había sido su amor antes de casarse con Cárdenas.
Su relación resultó más sólida esta vez, y el actor contrajo matrimonio con Marín en 1958.
Sin embargo, su vínculo no duró mucho, pues la relación se tornó tumultuosa y, tras solo dos años, se divorciaron.
En 1960, Salazar se casó con Rosita Arenas, su último matrimonio, que también fue muy comentado.
La boda se celebró con elegancia, y la pareja tuvo una hija, Rosa Salazar.
Aunque este matrimonio no perduró, Rosita continuó recordando a Abel Salazar con cariño tras su muerte.
Abel Salazar continuó su carrera, incursionando en la televisión en la década de 1960.
Sin embargo, a finales de los 80s, comenzó a mostrar signos de Alzheimer, lo que afectó su salud hasta su fallecimiento en octubre de 1995.
A lo largo de su carrera, Salazar participó en más de 90 películas, dejando un legado perdurable en el cine mexicano.