A los 62 años, Cash Luna Finalmente admite lo que todos sospechábamos
A lo largo de su carrera, Cash Luna ha sido una figura polarizante dentro del ámbito religioso y mediático en América Latina.
Conocido por su carisma, su estilo de predicación enérgico y su enfoque en la prosperidad espiritual y económica, el pastor guatemalteco ha acumulado millones de seguidores… y también muchos críticos.
Sin embargo, a sus 62 años, una confesión inesperada ha dado de qué hablar y ha sacudido tanto a sus fieles como a sus detractores.
Durante una reciente transmisión en vivo, el pastor Carlos “Cash” Luna decidió hablar con una franqueza poco habitual.
En un tono sereno, admitió que, durante muchos años, permitió que el éxito, la fama y la riqueza influyeran más de lo debido en su ministerio.
No se trató de una renuncia a su fe ni a sus principios, pero sí de una autocrítica directa que sorprendió a quienes lo han seguido durante décadas.
“Me perdí por momentos”, dijo.
“Creí que estaba sirviendo a Dios, pero en algunos tramos terminé sirviéndome a mí mismo”.
Sus palabras causaron un profundo revuelo en redes sociales y medios de comunicación.
Muchos se sintieron identificados con su vulnerabilidad y valoraron la humildad que conlleva admitir errores.
Otros, en cambio, consideraron que la confesión llega demasiado tarde o que busca limpiar su imagen ante múltiples controversias pasadas, incluidas acusaciones de enriquecimiento ilícito y vínculos cuestionables.
Pese a las reacciones divididas, Luna aseguró que esta etapa de su vida está marcada por una búsqueda genuina de reconciliación con su propósito original: predicar con integridad, sin dejarse arrastrar por la ambición ni las apariencias.
“No me avergüenza decirlo: también he fallado.
Pero aún estoy aquí, dispuesto a corregir y seguir adelante con sinceridad”, concluyó.
Este momento marca un punto de inflexión en la vida del pastor.
Más allá de las críticas o alabanzas, su declaración abre la puerta a un debate necesario sobre la figura de los líderes religiosos modernos y la delgada línea entre la fe y el negocio.
En definitiva, Cash Luna, a sus 62 años, ha dicho en voz alta lo que muchos ya intuían, y eso, para bien o para mal, no pasará desapercibido.
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