A los 73 años, el Padre Pistolas rompe el silencio y deja al mundo en shock con confesiones IMPACTANTES sobre la Iglesia y el narco

🔥 A los 73 años, el Padre Pistolas rompe el silencio y deja al mundo en shock con confesiones IMPACTANTES sobre la Iglesia y el narco 🕯️

Padre Pistolas: ¿De dónde es y en dónde vive?

En el México golpeado por el crimen y la impunidad, hay una figura que desafía todos los moldes: el padre Jesús Alfredo Gallegos Lara, mejor conocido como el Padre Pistolas.

A sus 73 años, este sacerdote ha decidido hablar sin filtros, sin pedir disculpas y con la misma furia que lo hizo leyenda.

Su nombre resuena con fuerza no solo por llevar una pistola al cinto mientras predica, sino por haber creado un fenómeno: una Iglesia con botas, rabia y verdad.

Su historia no es la de un sacerdote común.

Nació en Tarimoro, Guanajuato, y desde joven mostró una energía arrolladora y una lengua sin censura.

Su camino al sacerdocio fue todo menos recto: abandonó el seminario, salvó la vida de un compañero, hizo una promesa a Dios y regresó decidido a servir…

pero a su manera.

Desde el principio dejó claro que su lealtad era con el pueblo, no con las élites eclesiásticas.

Trabajó como albañil, construyó caminos, presas, clínicas, y lo hizo sin pedir permiso, rompiendo reglas pero nunca su palabra.

Con el tiempo, su fama creció.

La Jornada - Reportan al 'Padre Pistolas' delicado de salud por Covid-19

Apareció en televisión, en redes sociales, en documentales.

Se convirtió en una especie de predicador de la resistencia.

En Michoacán, una tierra dominada por el narcotráfico, la corrupción y el abandono, su voz comenzó a resonar como la de un profeta armado.

Cuando la Iglesia intentó silenciarlo, él no se detuvo.

Cuando lo suspendieron por predicar en bares, decir groserías y criticar a políticos, respondió con fuego: “Me suspendieron porque soy más popular que ellos”.

Y no era mentira.

Cada semana, peregrinos llegan desde todos los rincones buscando su bendición, sus remedios herbales y su consejo directo.

Asegura haber curado a personas desahuciadas, y aunque los médicos lo acusan de charlatán, su iglesia siempre está llena.

Predica que la fe no está en las paredes, sino en la acción.

Él no bendice narcos, entierra víctimas.

No recibe limosnas manchadas de sangre y aún así ha financiado más de 300 cirugías, a veces vendiendo hasta su camioneta.

Me dijo El Padre Pistolas que está al 100 y listo para la misa del domingo,  Cotidiano399 - YouTube

Pero su cruzada va más allá de lo médico.

Es política, social y profundamente espiritual.

Se enfrenta al narco desde el púlpito y al gobierno desde sus redes sociales.

Ha llamado delincuentes a expresidentes y ha denunciado a políticos que considera traidores del pueblo.

En una de sus arremetidas más virales, se lanzó contra la senadora Lilly Téllez por sugerir que Estados Unidos debería intervenir en la lucha contra el narco en México.

“Quieren traer gringos a matar mexicanos”, gritó, “¿no aprendimos nada?”.

A pesar de sus controversias —desde chistes misóginos hasta opiniones arcaicas sobre el rol de la mujer—, su pueblo lo defiende.

Porque en un país donde la justicia brilla por su ausencia y la Iglesia muchas veces calla, el Padre Pistolas no tiene miedo.

Si hay que entrar armado a una misa para proteger a su gente, lo hace.

Si hay que cruzar terrenos sin permiso para construir un camino, lo hace.

Devuelven al "Padre Pistolas" permiso para oficiar misas en Chucándiro -  Periódico La Redacción

“La ley se esconde. Yo no.”

Y sí, la Iglesia lo ha suspendido más de una vez.

En 2022, una circular lo obligó a dejar de oficiar sacramentos.

¿La respuesta de él? Seguir predicando desde Facebook, ayudando en las calles, y hasta amenazando con cerrar la catedral de Morelia si no lo reincorporaban.

No es teatro, es desesperación mezclada con convicción.

“Yo sirvo al pueblo y ningún obispo ni cártel me va a impedir hacerlo.”

En un país donde sacerdotes han sido asesinados por alzar la voz, el Padre Pistolas sobrevive porque no se esconde.

El Padre Pistolas: "Hazte con un arma. Hay que defender nuestras vidas"

Porque cada domingo habla de frente.

Porque se ha convertido en algo que pocos líderes religiosos logran ser: un símbolo viviente de resistencia.

Puede que sus métodos no gusten, puede que su estilo ofenda, pero nadie puede negar que su misión está clara.

Hoy, con su sotana llena de polvo, una pistola al cinto y miles de seguidores que lo ven como la última esperanza en un México quebrado, el Padre Pistolas lanza su mensaje más contundente: “Aunque me quiten el título, no

pueden quitarme la misión.

” Y mientras la Iglesia lo ve como un problema, el pueblo lo sigue viendo como un milaro armado.

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